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El ahorro y el dispendio/ El pedir divergente y la aceptación convergente


Fragmento del libro "Los Fotogramas Invisibles: La Observación y la Economía en Convergencia", de Laura Fernández Campillo

"Muchas personas piensan que la crisis económica viene por un excesivo gasto sin control, porque las personas “han vivido por encima de sus posibilidades”. A esa actitud de gastar sin más lógica que la de “creer que uno merece vivir bien, cueste lo que cueste”, la vamos a llamar dispendio. No podemos decir que esa actitud no existe, aunque también hemos visto ya que no es la causa de la crisis, sino una de las distorsiones que andan en juego en la misma. Como ya estamos viendo durante todo el libro, nosotros no buscamos una opción y descartamos las demás, sino que la forma de observar que nos muestra la convergencia, observa todas y cada una de las opiniones y visiones que andan en juego, sin una decantación particular. De esa observación total surge la acción convergente, no antes, como hacemos cuando buscamos una causa a través de la mente. 

De esta observación surge una comprensión muy curiosa: el ahorro y el dispendio son las dos caras de la misma pila, cada una en su polaridad. Ciertas tendencias político-económicas nos dicen que la solución de la economía está en el ahorro; otra vertiente nos dice que está en el gasto; pero en ambas estamos eligiendo una polaridad y, de nuevo, hacemos la parte por el todo.

¿Qué tal si observamos este hecho de una forma más amplia? Para ello, primero, como sabemos, simplemente observamos ambas, sin elección, solo estamos conociendo lo que aporta cada una.

El ahorro parte del miedo, de una sensación de que algún día puedo no tener dinero y voy a necesitarlo. Por tanto, el ahorro que nace del miedo es una distorsión que surge de lo energético, de la carga.

El dispendio surge de la creencia de que tengo que ser feliz y que, para ello, tengo que tener cosas materiales, porque las merezco. Parte de una necesidad virtual creada para satisfacer deseos artificiales, que he ido aprendiendo que necesito pero que, en realidad, ni siquiera necesito. El miedo a no ser como los demás, a no tener un estatus en la sociedad, a que se me vea más pobre, hace que sea capaz de endeudarme para tener lo que otros tienen.

Por tanto, cuando ambas situaciones parten de esa carga, de ese miedo, entran en la polaridad divisiva que se impulsa a través de lo energético.

¿Qué sucede cuando este miedo no está activo, cuando no me dejo llevar por la energía del miedo, por la carga, sino por la lógica? En primer lugar, no tengo necesidad de acumular “por si acaso lo necesito en el futuro”, y tampoco tengo necesidad de gastar en bienes que me hagan aparentar alguien que no soy. Por tanto, mi dinero fluye de forma lógica hacia las necesidades reales, sin tener “estanques” de dinero que no muevo por temor.

Es una línea muy fina de la que estamos hablando, y en la que pueden intervenir distorsiones muy sutiles, como por ejemplo, la creencia de que el universo me va a proveer lo mejor, que yo merezco lo mejor y, por tanto, me dispongo a gastar en forma de dispendio, esperando que el Ser Original me provea de mis necesidades virtuales.

El Ser Original, cuando vamos saliendo de la distorsión, enfoca la lógica hacia el lugar en el que nuestras necesidades reales se satisfacen, no nuestras necesidades virtuales.
Por ejemplo, tengo un deseo de tener cualquier cosa. Entonces me digo: “se lo pido al universo”. Cuando estas necesidades virtuales se satisfacen, es por un programa de abundancia que estamos transitando, no por nuestro Ser Original. Nuestro Ser Original no tienen ninguna necesidad virtual que satisfacer, más bien, a medida que estamos enfocados en nuestra verdadera naturaleza, lo que vemos es una total flexibilidad, aceptación de lo que tenemos delante. Es al aceptar lo que tenemos delante cuando aparece la mejor de las opciones, no antes. Por eso, no es necesario hacer ninguna petición, pues nuestro Ser Original conoce antes que nuestra mente las necesidades reales que tenemos.

Muchas personas se ven frustradas pidiendo al universo, y viendo que no les llega lo que les piden. Yo les diría que lo mejor que les puede pasar es que no les llegue, puesto que la vida, con esa escasez, les está mostrando la vía de lo original que hay en ellos, dejando de lado ya la experimentación virtual de no ser lo que verdaderamente somos.

La paradoja, como siempre, es que aceptando incluso la escasez, lo que nos aparece delante es lo mejor en cada momento. Si queremos saltarnos ese paso, es decir, tener lo mejor sin aceptar previamente cualquiera de las situaciones que la vida me pone delante, seguramente me encontraré con más y más escasez, o bien con un programa de abundancia que me traerá lo que yo pida, pero en el que seguiré dormido, viviendo una realidad completamente ilusoria.

Por eso, en Economía Convergente hablamos siempre de Plenitud económica, que es la satisfacción de las necesidades reales, sin ahorro “por si...”, sin dispendio en las necesidades virtuales. Nada sobra, nada falta"

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