Ir al contenido principal

Aunque los programas se vistan de seda, programas se quedan




Me preguntan por privado qué opino de crear un nuevo sistema económico más cooperador, y me ha parecido interesante compartirlo.

En primer lugar, creo que mi opinión, como la de cualquiera, no debe ser el punto de partida para ver si algo puede o no funcionar. Mi opinión es una simple visión del mundo, y lo que aquí tratamos es de observarlo desde una Perspectiva Universal. De modo que, creo que cada vez que intentamos “arreglar” el mundo desde una perspectiva parcial, hacemos muy poco; pero cuando en nosotros mismos dejamos espacio para esa lógica universal, completamente libre de cualquier sistema de pensamiento, la magnitud de lo que hacemos tiene un alcance grandísimo. 

Así que, primero he de olvidarme de “mí”, de mis intereses personales, de mis ideales y de todas “mis” cosas, para poder ver qué pasa ahí afuera. Si pienso como un socialista, o como un capitalista, o como cualquier otro “ista”, y no me quito esas gafas, voy a ver todo desde el cristal que ponen las estructuras de esa forma de pensamiento limitado.

Lo que podemos ver, es que los sistemas económicos conocidos han sido creados todos con un sistema de pensamiento que adolece de cuatro motores fundamentales: La Supervivencia, la Protección, la Comparación y los Valores. (Más abajo dejamos un link a dos vídeos que explican esto en profundidad) 
Cuando miro mi propia mente, veo que mi pensamiento también está dirigido por esos cuatro motores. Todo el tiempo estoy pensando en qué voy a hacer para sobrevivir, para protegerme, me comparo con otros y conmigo mismo en un futuro o en un pasado, y tengo unos valores que me han inculcado en la familia, colegio, entorno, religión... etc. y todo eso compone el día a día de mi pensamiento. Entonces compruebo que el sistema de pensamiento que ha creado el desastre que veo fuera, pues ha creado los sistemas sociales y económicos, es el mismo sistema que rige en mi cabeza.

Me pregunto: ¿mi pensamiento es libre? Mucha gente piensa que sí, pero yo ahora te pregunto: ¿puedes dejar de pensar? ¿puedes decidir qué pensar y qué no pensar? o ¿hay pensamientos que no quisieras tener? ¿sabes de dónde proceden esos pensamientos o simplemente te sientes culpable por tenerlos?

Creo que todas estas preguntas es importante que nos las hagamos, porque es con ellas cuando vemos que nuestra mente no es, ni de lejos, un campo de libertad. Y si no lo es, “desde” esa mente, ¿qué puedo hacer?, pues todo lo que haga estará en la misma línea que lo que ya hice: programas limitantes y limitados.

Así que, podemos pensar, como yo misma pensé por un tiempo, que es suficiente con tomar conciencia de que el sistema no funciona, que es un completo desastre, y poner muy buenas intenciones para poner otro sistema más humano, cambiar de actitud, cambiar de forma de vida...etc. Y sí, obviamente eso es necesario, pero aquí hay un tema fundamental, una clave que no podemos dejar pasar. Si simplemente cambio de forma de vida, tomo conciencia y empiezo a actuar de otra forma, pero mi sistema de pensamiento sigue teniendo esos cuatro errores fundamentales, entonces, simplemente habré hecho un cambio, pero no estaré haciendo ninguna Transformación. De este modo, quitaré un sistema y pondré otro, en apariencia mejor intencionado y más coherente, pero que con el tiempo mostrará los cuatro errores con los que ha sido creado. Errores que tienen a la humanidad en el miedo, en la culpa, en la falta de respeto por la vida, en la avaricia...etc...

Todos los nuevos sistemas, cuando van a comenzar, generan la ilusión de que “éste sí” “éste va a funcionar”, “éste es un sistema que se preocupa por el obrero”...etc... ¿se acuerdan? Eso ya lo vivimos, ya sabemos qué es lo que pasa, ya conocemos la trampa.

En estos tiempos esa trampa se ha hecho muy sutil, se ha vestido de seda, pero ya sabemos, que “aunque los programas se vistan de seda, programas se quedan”. ¿Por qué digo esto? Porque ahora tenemos la sensación de estar “fuera del sistema” simplemente porque empezamos a no creernos “al sistema”, y es justamente en ese peligroso punto de inflexión donde podemos caer presos de la trampa. Es decir, me creo que ya soy consciente, me creo que yo ya he cambiado; sin embargo, la estructura de mi pensamiento sigue siendo como la de antes, mantengo los cuatro errores, aún vivo con miedo (y lo peor es que ahora creo que no lo tengo) aunque ahora le he metido unos ideales mucho más aparentes, mejor intencionados. Y entonces necesito del “tiempo” para que la sociedad cambie, necesito de una “transición” para que todo se vaya estableciendo, poco a poco, hacia un sistema mejor.Y es ahí, en esa transición, donde nos quedamos enganchados, pues nunca se produce la verdadera transformación, siempre estamos esperando algo, siempre hay algo imperfecto, algo que no termina de concluir, siempre nos decimos: "cuando llegue el momento en el que podamos convivir en paz..." etc...

¿Cómo puedo saber entonces si estoy en esa trampa? Bueno, simplemente haciéndote las preguntas que veíamos más arriba: ¿tu pensamiento es ya libre?, si no lo es, entonces estás en la trampa, y lo mejor que puedes hacer es salir de ella. Solo entonces tendrás claridad para ver qué puedes hacer para aportar al mundo.

Ahora que hemos descubierto que nuestra mente está programada, que no es libre, que es limitada, que es el mismo sistema que vemos ahí afuera, ¿qué podemos hacer? Bien, si hemos “entendido” esto con esa mente, solo nos queda observarla y ver con todo nuestro Ser las trampas de esa mente, pues cuando observamos, cuando contemplamos la magnitud del dolor que supone ser un esclavo de un pensamiento que, simplemente llega a mí, entonces todo empieza a transformarse de una forma indescriptible. Nuestra pequeña mente no puede llegar si quiera a imaginar la magnitud de los cambios que produce una persona que se sale de estos sistemas.

Si verdaderamente estás empezando a ver que tu mente es tu mayor dolor, si tu corazón está vibrando cada vez que lee o escucha hablar de libertad, entonces guíate por tu intuición, por tu corazón, y comienza a andar hacia la transformación. No creas que ya eres libre, porque entonces estarás más que nunca en la trampa. Si tu impulso es verdadero, encontrarás todas las respuestas.

(Dejo aquí los enlaces a los dos últimos vídeos que hemos hecho explicando en profundidad toda esta dinámica. Lo que proponemos desde Unkido es el trabajo en la comprensión de los errores, para ir saliendo de ellos. Si vemos claramente el daño que nos hacen, podremos ir abandonándolos): https://www.youtube.com/watch?v=L5K0aoLiXVk
https://www.youtube.com/watch?v=d9cH-u1S1Hk&list=UUw3cJH_QhOx-Myw1a9LNwpw&index=1)

Comentarios

Entradas populares de este blog

El Masculino, el Femenino y el Dinero

  "Equilibrio" Dibujo de José Mataloni EL DAR Y EL RECIBIR: MASCULINO Y FEMENINO Muchas personas dicen que se sienten más cómodas dando que recibiendo, por tanto, en ellas existe una programación mental previa para dar y no tanto para recibir. Recibir es la energía femenina. La naturaleza es una viva expresión de esta energía. La naturaleza recibe la energía del sol, que es masculina, y le otorga la vida. La naturaleza recibe, y al mismo tiempo da sus frutos. De hecho, utilizamos la palabra “natural” cuando queremos expresar que algo sale sin esfuerzo, como si fuera en la esencia de uno mismo. También decimos: “ es mi naturaleza ”, cuando queremos expresar que hacemos algo simplemente porque nos sale, como una vocación, o entregar una mano amiga o nuestro cariño cuando verdaderamente tenemos el impulso por el corazón. La naturaleza es un gran espejo en el que poder observar nuestra propia energía femenina. Durante cientos de años la energía femenina ha quedado r

DAR SE

Cuando das con la finalidad de recibir (reconocimiento, cariño, pertenencia, aprobación, validación...etc.), llegará un momento en que, al no recibir, uno cree que está “dando de más”, “que es tonto por dar a quien no lo merece”... etc... y quizás tenga razón en la superficie, pero en lo que sucede en lo profundo, es que está teniendo una finalidad no vista. Creía que estaba “dando de corazón”, pero estaba dando para recibir. La cuestión no es cuánto das, sino desde dónde das. Porque ese “desde dónde”, si no recibe, va a acabar culpando al afuera de que no le da lo que merece, de que no es visto, no es tenido en cuenta. Simplemente, no me veo, no me tengo en cuenta, y doy para recibir atención, aprobación, cariño... necesito que el afuera me diga que soy lo que yo mismo no puedo ver de mí, y si no la recibo, es “el otro” el culpable de no reconocer mi valía, valía que, yo mismo no puedo ver y por eso “obligo” al otro a que me reconozca. La generosidad de quien se posiciona en su valenc

El palo en la rueda

Cuando el ser humano se acostumbra a la mentira, después le cuesta encontrar a su propia verdad. Se acostumbra a poner su esperanza en el futuro, y a vivir un presente que prepara constantemente lo que le falta al ahora. “A mí no”... ,-dice- “a mí no me puede pasar lo que a otros les sucede”. Y observa a esos “otros” que no pueden alcanzar lo que él tiene. Y dice “soy afortunado”. “Cumplo con los preceptos necesarios para que a mí no, a mí no me pase”. Y así uno, pedalea en su bici, en esa dirección, observando a los lados de la carretera a los caídos. “Lástima, les pasaré unas monedas”. Y sigue avanzando. Ni por su imaginación se pasa verse a sí mismo a través de ellos. Es solo algo externo que pareciera errado. Quizás no supieron llevar sus vidas “como dios manda”. Quizás lo merecen, o quizás es mala suerte... ¿quién sabe? Y sigue pedaleando... -Ups!!! pataplaf!!! (ruido de alguien al caer) Un palo se metió en la rueda de la bici. Y mientras uno está en el suelo